Ejercicios de mindfulness y otras actividades en el marco de la terapia dialéctico conductual

He aquí algunas actividades que hemos preparado y completaremos continuamente para aplicar a la terapia dialéctico conductual (TDC). Quienes visiten nuestra página web podrán aportar sus propios ejercicios.

Primero reproduciremos una historia con la cual explicar qué es mindfulness o atención plena.

En China, un maestro Zen viaja con algunos de sus discípulos a la capital y acampa cerca del río. Un monje de otra secta se acerca y pregunta a uno de los discípulos, si su maestro Zen era capaz de hacer trucos mágicos. Su propio maestro, dice el que preguntaba, es un hombre de grandes talentos y muy evolucionado. De hecho, si se para en una de las orillas del río y otra persona en la orilla de enfrente, y se le da un pincel y a la otra persona una hoja de papel, el maestro es capaz de dibujar signos en el aire que luego aparecen del mismo modo en el papel.
El monje Zen replica que su maestro también es un hombre de grandes talentos y muy evolucionado, ya que también es capaz de realizar las proezas más asombrosas. Así, por ejemplo, siempre que duerme, comentó el discípulo, duerme y cuando come, lo que hace es comer.
(Fuente: “El Espejo vacío: experiencias en un monasterio Zen” de Janwillem van de Wetering. Traducción adaptada al español.).

Y ahora les contaré la que hoy por hoy es mi historia preferida:


La taza de té en la mano

En los Estados Unidos vive uno de mis mejores amigos. Jim Forest, tal es su nombre, trabajaba por la paz en la Acción Católica cuando lo conocí hace ocho años atrás. Jim me visitó el pasado invierno. Yo lavaba los platos sucios normalmente enseguida después de cenar, antes de sentarme otra vez a la mesa y compartir una taza de té con quien me acompañara. Una noche después de comer, Jim me preguntó si no prefería que él lave los platos. Le dije que sí, pero que tenía que saber cómo lavarlos. Al respecto, mi amigo comentó: “¡Vamos, no pensarás que no sé cómo se friegan los platos!” A lo cual, le dije: “Hay dos maneras de lavarlos; una de ellas consiste en lavar los platos para tener vajilla limpia después, y la otra consiste en lavar para lavar”. Mi amigo, fascinado, replicó: “Opto por la segunda manera, la de lavar para lavar". Fue así, que en adelante Jim supo cómo lavar los platos y que yo decidí dejar en sus manos la responsabilidad de lavarlos durante toda la semana.
Si pensamos en la taza de té que nos espera mientras lavamos a toda prisa y nos apresuramos a terminar, como si lavar la vajilla estuviera de más, no lavaremos los platos para lavarlos. Es más, dejaremos de vivir al fregar y, de hecho, allí parados delante de la pileta de la cocina seremos totalmente incapaces de apreciar el milagro de la vida. Si no sabemos lavar los platos, es muy probable que tampoco estemos en condiciones de saber cómo tomar nuestro té y que al tomarlo sólo pensemos en otras cosas. De la taza que sostenemos en nuestras manos prácticamente no tendremos conciencia, porque absortos en el futuro, éste nos devorará y, de hecho, seremos incapaces de vivir siquiera un momento de nuestras vidas.

Fuente:El milagro de mindfulness de Thich Nhat Hanh, traducción propia al español.

La siguiente es una historia de Anne Regitze Nielsen

EL DIENTE DE LEÓN

Cierta mañana, todo se veía distinto cuando salí a mi terraza.

Hoy, en ese momento, tuve la sensación de encontrarme por primera vez en el jardín, cuando a decir verdad, habían venido a este lugar realmente cada mañana de los últimos diez años de mi vida. Este día, sin embargo, aquí parada veía y reconocía mi propia imagen que se reflejaba en el espejo del caprichoso pasar de las estaciones, que se habían sucedido año tras año. Hoy me sentía una extraña. El jardín se encontraba a oscuras y en silencio. Vacío de ruidos aunque henchido de significados daba la sensación de querer decirme algo. A medida que me intranquilizaba y angustiaba, de pronto me sentía transportada a un vacío despojado de sentimientos, fuera de todo tiempo y espacio. Tuve que concentrarme aún más para que los sentimientos no me sobrecogieran.
De algún modo intuía que debía haber pasado por alto algún detalle. Por intuición dirigí mi mirada al lugar en el que estaba parada. Había llovido sin parar y en brevísimo tiempo, tanta lluvia había convertido mi césped, que siempre estaba escrupulosamente cuidado, en un ALGO anegado, saturado. Para mi sorpresa descubrí un diente de león, un panadero solitario, que erguido miraba al cielo. Al verlo comprendí que no había estado lo suficientemente atenta, tanto que estos cambios no me habían llamado la atención. Es probable que de antemano no le diera suficiente importancia a este ALGO, como para darme cuenta de que estaba allí.
Me permití cerrar los ojos por un instante e inspirar profundamente. Sentí que en ese momento estaba interiormente en calma y que dejaba brotar al diente de león que estaba en mi jardín. Permití que el viento rozara mis mejillas y que el mundo girara a mi alrededor por un instante. Mis oídos, aquella mañana aguzados, percibían como en un sueño el suave repiqueteo de la gotas de lluvia al caer.
Al caminar de regreso a la casa decidí que mi diente de león debía seguir creciendo.

¡Querida Anne Regitze, muchas gracias por este cuento hermoso y porque me permitieras publicarlo en mi página!

Posdata: Agregaré una poesía más de Anne Regitze que en español dice algo así:

POMPAS DE JABÓN
o
“LA VIDA ME RESBALA”

Yo, sola lavo los platos sucios.
Dejo que el agua entre mis dedos,
caliente se escurra.
Maquinal el vaivén
de mis brazos y manos
que friegan;
y la mugre del día,
sacan.
(Traducciones propias al español.)

De paso

Por qué no hace la prueba de parar un huevo en la mesa.
Prestando un poco de atención verá que es posible.

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